Nos quedamos en la alquimia, el método científico y las diferencias que existen entre la antigüedad y la hoy tan desarrollada química. ¿Pero a qué viene toda esta historia?
"En el siglo pasado hubo una gran expectativa alrededor de la química, del descubrimiento de nuevos tintes, medicinas, materiales. El punto de quiebre fue definitivamente el advenimiento de la Primera Guerra Mundial -también llamada la guerra de los químicos-" (Hartings y Fahy, 2011). Es decir, ¿la culpa es de la Guerra? Posiblemente sí, y de otra serie de variables adicionales.
En 1984, en Bhopal (India), la Union Carbide India Limited (UCIL) sufrió el mayor accidente industrial registrado con la liberación de varias toneladas de isocianato de metilo, un compuesto altamente tóxico. Los efectos iniciales eran tos, irritación de ojos y nariz. Pero lo más desastroso fueron los efectos posteriores. Cerca de 500 000 personas en total fueron expuestas a este gas.
La Enfermedad de Minamata es otro famoso caso de irresponsabilidad en la gestión de productos químicos. Aquí, se dio un envenenamiento masivo en la Ciudad de Minamata, Prefectura de Kumamoto (Japón) debido a la presencia de metilmercurio en el agua de la Bahía de Minamata, que fue posteriormente bio-acumulándose en ostras y peces, consumidos por la población. Los efectos tardaron años en verse y se dio una oleada de malformaciones congénitas que desataron sospechas en los investigadores que descubrieron la causa del desastre.
Sin irnos muy largo de nuestro país, en el año 2006 hubo una importante explosión en Químicos Holanda, Limón (Costa Rica). En apariencia la gestión de materiales y reactivos peligrosos no era la adecuada. Entre las opiniones escuchadas, destaca el que los bomberos no contaban en ese entonces con la capacitación adecuada (yo diría más bien la información a mano), por lo que el incendio se propagó debido al uso de agua como agente extinguidor (los principales compuestos en la planta eran tolueno y xileno, ambos insolubles en agua).
Hoy en día, existen campañas contra el uso de vacunas, de cultivos transgénicos y de medicinas sintéticas. Sin embargo cabe aclarar lo siguiente: las vacunas son preparadas precisamente a partir de organismos resistentes a la enfermedad en cuestión y luego adaptadas para ser incorporadas al sistema inmunitario. Los efectos secundarios son mínimos en todos los casos. Las medicinas y compuestos alimentarios sintéticos no son más que alternativas acordes a la realidad actual del mercado. Por ejemplo, la extracción de vainillina de la orquídea que lo produce es sumamente cara y el producto generado es muy poco (en cantidad), y definitivamente no alcanzaría para cubrir, ni siquiera, la demanda mundial de helados de vainilla.
En el caso de los transgénicos, declaro que sé poco del tema, con respecto a su desarrollo y beneficios y/o perjuicios analizados en estudios serios, sin embargo, pronto consultaré varios libros para saber la verdad del tema.
Una vez expuesto todo esto. Se puede vislumbrar un poco el por qué del miedo a la química que se ha desarrollado en el "inconsciente". ¿Pero acaso se ha gestado esto sólo?
En la siguiente entrada, parte III, veré si existen culpables en esta problemática: ¿los químicos, los gobiernos, la industria o la academia?
¡Saludos cordiales!
Ilustración sobre la bioacumulación generada en el desastre de Minamata, Japón.
Fuente: google imágenes.
Fuente: google imágenes.
Bibliografía consultada:
Hartings, M.; Fahy, D. (2011). Communicating chemistry for public engagement. Nature Chemistry, 3, 674-677.
*Texto basado en comentarios propios y de compañeros de clase en el curso de Seminario de Sección II de la Escuela de Química, Universidad de Costa Rica.
*Texto basado en comentarios propios y de compañeros de clase en el curso de Seminario de Sección II de la Escuela de Química, Universidad de Costa Rica.
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